miércoles, 8 de agosto de 2012

AMOR EN EL SIGLO XXI


Esto nos llevaría a pensar que lo que verdaderamente cuenta no son las "cualidades", sino la persona misma que en ellas se anuncia y manifiesta, el programa vital en que consiste. El amor, cuando lo es en rigor, se dirige a la mismidad de la persona; eso explica la posibilidad de su permanencia, de su continuidad a lo largo de un argumento que es la exploración indefinida de esa mismidad inagotable. Y también el hecho de la inconsistencia de los "amores" basados en las cualidades, que pueden ser limitadas, o perder interés, o encubrir un fondo personal con el que no se tiene afinidad y hacia el cual no es verdadera la proyección amorosa. (...) Y, frente a toda fusión, la presencia y la figura que, como sabía San Juan de la Cruz, es lo único que cura la dolencia de amor. Es decir, la situación en que, lejos de fundirse o confundirse los enamorados, están mutuamente presentes en su irreductible realidad, en su figura amada, de la cual se puede  participar en esa proximidad que no anula la distancia, que por eso puede mantenerse a lo largo de toda la vida y que remite al deseo y la esperanza de la otra inacabable.
La educación sentimental. Julián Marías. Alianza Editorial, Madrid, 1992