martes, 21 de agosto de 2012

¿RANA O PRINCESA?


En una charca turbia y algo cenagosa vivía una rana feliz. Feliz como solo pueden ser las ranas que cazan, se aparean y croan en las charcas veraniegas. 
-Rana, ranita, ¿eres príncipe o princesa?
-Una princesa sumida en la ciénaga de la vida, eso es lo que soy.- Respondió ella.
-Y dime, rana princesa, ¿tienes nombre?
-Mi nombre es un secreto.
Un murciélago revoloteo silencioso, como una sombra sobre el agua y cazó una polilla nocturna. Su ala rozo mi sien y caí en la cuenta de que las ranas y las princesas son incompatibles en la vida y en la muerte. Las primeras acaban entre el pico de una cigüeña, las manos sádicas de un niño o los fogones. Las segundas se alejan todo lo posible de las ciénagas; prefieren otro tipo de aguas y siempre acaban entre los brazos de un príncipe carnavalesco, o un caballero andante y codicioso. 
-Rana, me has engañado.
No dijo nada. De un salto se zambulló junto al nacimiento de unos juncos. Las ranas son así, te hacen creer que son princesas cuando solo son anfibios.