domingo, 25 de noviembre de 2012

¿POR QUÉ?

Por lo que veo, piensas que hay tanta perversidad como ética en los humanos. Lo que he dicho -respondió Aculeo-, es que en ese conflicto a veces gana la perversidad, por lo que algunas personas procuran protegerse de esa actitud; son éstas últimas las que se convierten en mis clientes. ¿Te gusta el parmesano?...Si, claro que le gusta el queso, y el salmón, el tomate, la cerveza bebida, bien fría, directamente de la botella; también le gustan los juegos de farol y as en la manga, por eso escogió a Ella o se dejó coger por ella. 
Las ocupaciones de Ella la mantuvieron alejada del piso de Aculeo un día y medio. En esas treinta y seis horas no se comunicaron; desde el comienzo de la relación, hacía ya tres meses, estas situaciones eran normales. Nadie preguntaba nada. A Aculeo porque le era indiferente lo que hiciera, la había investigado al día siguiente de conocerla y no tenía nada que temer. A Ella, porque era una mujer independiente y no le gustaba depender de nadie. Ambos se habían tomado la relación como algo más intelectual y sexual que sentimental. Desde luego Aculeo no tenía ninguna capacidad para el sentimentalismo, aunque era capaz de fingir y reproducir todas las emociones. Ella si era una persona capaz de ser sincera en sus emociones, lo que fue su perdición. 
Cuando Aculeo se levantó a la mañana siguiente, Ella ya no estaba. Al ir al baño el dedo gordo de su pie izquierdo choco con el borde de la baldosa a los pies del lavabo. La levantó para comprobar que todo estaba en su lugar. Desayunó unas tostadas de pan con aceite y tomate rallado, un zumo de naranja y un café con leche bien caliente. Se marchó a correr un rato. A eso de las seis de la tarde le envío un sms a Ella, al que no respondió, así que no volvió a insistir. Cuando anocheció fue a su casa, espero dentro del coche sin perder de vista el portal, Ella no sabía que él conocía su dirección, nunca lo habían hablado ni le invitó a visitarla. A eso de las diez la vio llegar; la luz se encendió en las ventanas de la segunda planta. Aculeo fumaba un cigarrillo y escuchaba un cd de los Rolling. Le entró un mensaje en el móvil. Ella quería visitarle en una hora. Le respondió que de acuerdo. Cambió el coche de lugar, a un par de manzanas, volvió andando hasta donde vivía Ella y espero en una esquina por la que tendría que pasar para coger el Metro. Le disparó por la espalda, cuando cayó la remató en el suelo. ¿Empiezo a tener remordimientos? Pensó.