lunes, 10 de diciembre de 2012

2 GRAMOS

Y llegó el día de mañana con su afán. Lo primero que hizo el señor diputado al levantarse fue coger una de la jeringas, una gasa y alcohol; se sentó y se levantó la parte superior del pijama, frotándose a continuación con la gasa empapada de alcohol en un lateral del abdomen, más o menos a la altura del ombligo... Todos los días, excepto los que pasó en prisión preventiva hasta que pudo reunir la fianza, su rutina era la misma; se sentaba en el sillón, ponía la televisión para ver los informativos y se inyectaba las vitaminas. Pasaba unos minutos delante del televisor esperando a que se repartieran por su organismo, y luego pasaba a la cocina para tomar un huevo pasado por agua, dos tostadas de pan blanco, una de ellas con tomate y aceite y la otra de queso fresco, una pieza de fruta y un café con leche, templado. Tres días por semana deambulaba por algún museo, tienda o centro comercial, nunca los mismos lugares. Introducía unas monedas en un teléfono público y daba o recibía instrucciones sobre su peculio secreto. Antes de verse obligado a dimitir de sus cargos de responsabilidad las cosas eran más sencillas, pero ahora, cuando solo su madre confiaba en él, no podía delegar en nadie las tareas que antes solventaba en el despacho del ministerio con absoluta impunidad. Se había hecho rico, pero le habían pillado y ahora iba a sudar un poco cada euro que quisiera disfrutar; tampoco le importaba tanto la política, había entrado en ella como un proxeneta y obtenido su tajada, el resto le traía sin cuidado. Con esos pensamientos se justificaba a si mismo y de paso tranquilizaba su conciencia ya algo escasa. Sin embargo, algunas personas con menos escrúpulos pensaban que no debía disfrutar, ni del dinero ni de los sufrimientos y sinsabores de la vida, menos aún de sus placeres.
Empujó un poco el émbolo de la jeringa para expulsar el aire; a continuación se pellizcó una porción de la barriga desinfectada con los dedos pulgar e índice de la mano izquierda y se inyectó su contenido con la otra mano, mientras el busto parlante presentaba al invitado de la mañana.