sábado, 29 de diciembre de 2012

ENTROPÍA DE CORTIJO MANCHEGO


En un profundo y apartado lugar de lo que geográficamente se ha dado en llamar Campo de Montiel, se encuentra el Cortijo de Pavón. Enclavado sobre un altozano, tiene a su espalda un pequeño bosque de encinas, quejigos, escoba, matas de tomillo, romero y esparragueras que bajan en pendiente hasta una vega regada por un arroyo. Allí puedes encontrar unos cuantos ciruelos, alguna higuera, una vieja noria de sangre abandonada y unos cuantos huertos. Sin gran esfuerzo se pueden ver conejos, perdices, rabilargos, urracas, lagartos ocelados, palomas torcaces, gorriones. Con paciencia y silencio algún zorro, jabalí y, sobrevolando todo, las águilas de aguzado pico y penetrante vista. 
Soy tan viejo como la Tierra, pero... ¡qué digo!, como el mismo Universo, así soy. No me preocupa la eternidad porque vengo de ella y acabaré perdiéndome en ella; entendiendo la eternidad como el principio y fin de aquello que nos sustenta en forma de leyes tan humanas y científicas como la segunda ley de la termodinámica. ("Dice que la entropía de un sistema aislado siempre aumenta, y que cuando dos sistemas se juntan, la entropía del sistema combinado es mayor que la suma de las entropías de los sistemas individuales".  Stephen Hawking en una Historia del tiempo). Lo que viene a significar que si uno se queda sentado en un sillón del salón de su casa el tiempo suficiente, podrá ir observando el polvo que se acumula sobre los muebles, las paredes que se desconchan y qué, para evitar tal estado de cosas, uno tendrá que consumir una cierta cantidad de energía que detraerá de otras partes. 
Combatimos el desorden con leyes o con más desorden, destrucción y grandes dosis de maldad superlativa. ¿Me he explicado?