sábado, 5 de enero de 2013

ENTREMÉS


...La pareja conyugal vivía en Londres. El hombre, con el pretexto de que se marchaba de viaje, alquiló habitaciones en la calle colindante con la de su propia casa y allí, sin que su mujer o sus amigos lo supieran y sin la más mínima sombra de razón para tal autodestierro, vivió durante más de veinte años. Durante todo ese tiempo vigiló su casa día a día y a la abandonada señora Wakefield con frecuencia. Y después de tan gran laguna en su felicidad matrimonial -cuando su muerte fue estimada como cierta, su patrimonio saldado, su nombre licenciado de la memoria y su esposa llevaba ya tanto y tanto tiempo resignada a su viudez otoñal- entró por la puerta una tarde, tranquilamente, como si solo hubiera estado ausente un día, y se convirtió en un amante esposo hasta su muerte...

Del cuento: Wakefield. Nathaniel Hawthorne

Dice Borges en el prologo de la edición de Siruela de la que he sacado la cita de Hawthorne, que éste vivió recluido en su habitación doce años, saliendo solo al atardecer para caminar. En 1837 le escribió a Longfellow: "Me he convertido en un prisionero, me he encerrado en un calabozo, y ahora ya no doy con la llave, y aunque estuviera abierta la puerta, casi me daría miedo salir." 
Uno de sus antepasados de nombre John Hawthorne, fue juez en los procesos de Salem que costaron la vida a diecinueve mujeres en 1692.

Un paje me acaba de entregar un mensaje en el que me comunican que tenga cuidado, al parecer Aculeo tiene planes para la Noche de Reyes.