sábado, 26 de enero de 2013

UNA EJECUTIVA AGRESIVA

   Aculeo introduce el pen drive en el puerto USB de la copistería y le pide a la dependienta que imprima todos los documentos. Dos folios son su curriculum vitae, y los otros veinticinco un exhaustivo informe personal y comercial de la persona con la que tiene una cita de trabajo. Es deseo del cliente que se lo entregue antes de disparar. 
   El móvil suena justo a las diez de la mañana, mientras se zampa un pincho de tortilla y un café con leche en la barra de Lhardy. Una voz femenina, bien entonada y con exquisita amabilidad le recuerda que tiene una cita con la señora directora de la afamada empresa Global Brains & Associated. Su deseo es confirmar la entrevista y almuerzo en la residencia privada de la señora directora, situada en una zona residencial de la sierra madrileña. Aculeo confirma la cita, a la vez que transmite sus saludos. En una tienda cercana se hace con un maletín de afamado cuero en el que introduce los bien encuadernados documentos; también adquiere un abrigo que le confiere el empaque necesario como ejecutivo en venta de alto standing, en venta, que no de ventas. Entra en un parking y espera unos minutos a que aparezca un BMW o un Mercedes de alta gama con un mequetrefe a bordo. No tarda en llegar un gafitas conduciendo un ActiveHybrid 7, 320CV a 5.800 rpm, una joya de casi cien mil euros. Justo cuando sale del coche y se dispone a cerrarlo, Aculeo le planta el cañón de la SIG en la incipiente barriga y le pide, no sin sorna, que abra el maletero y se meta dentro. El mequetrefe obedece, se tumba en posición fetal y recibe un disparo en la sien. Aculeo extrae el ticket del parking del bolsillo de la chaqueta, coge las llaves del coche de la mano derecha del muerto, cierra el maletero y montándose en su nuevo coche, arranca y sale del aparcamiento, gratis, no han pasado ni cinco minutos desde que entró. 
   Introduce la dirección en el navegador y conduce, con el placer debido, camino de la finca La Dehesa, donde, al parecer, le van a ofrecer un contrato que no podrá rechazar. Al hijoputa le gustaba la buena música. Así, con la suavidad del saxo de Coleman, sale de Madrid.
   "Finca La Dehesa", dice una placa de bronce sobre uno de los pilares de granito, el de la derecha, que soportan una puerta con barrotes de hierro forjado; unos metros antes, a la izquierda, hay un poste con un portero automático que hay que pulsar para que le abran a uno la puerta, preferiblemente con cita previa. 
   La señora directora sale en persona a recibir a Aculeo. Le saluda con una afectuosidad propia de los que se consideran de la misma clase. Es una mujer madura, enérgica, campechana... "Espero que podamos cerrar un acuerdo satisfactorio para ambos". Va al grano. Atraviesan un hall por el que se accede a un salón con grandes ventanales que dan a un porche acristalado, desde el que se disfruta de un jardín al estilo inglés. Hay una mesa dispuesta para dos comensales, y al lado unos cómodos sillones de cuero, uno en frente del otro, con una mesa baja exagonal de madera, puede que de nogal o roble, con incrustaciones de nácar, entre ambos. Toman asiento cada uno en un sillón. La directora le ofrece un jerez que Aculeo acepta, abre el maletín y le entrega su curriculum que ella lee durante unos minutos con atención. Luego levanta la cabeza y le mira con una gran sonrisa que apenas deja ver sus ojos: "Impresionante", le espeta. Él, que también sonríe, le dice..., "¿verdad qué lo es?, por otra parte, no es más que la confirmación por escrito de lo que ya sabían. Tengo para usted otro documento aún más impresionante que, si me permite, le voy a mostrar". Y volviendo a abrir el maletín saca el informe y se lo entrega. "Me gustaría que lo leyera con toda su atención. En el mismo se desgranan una serie de hechos, todos confirmados y contrastados por diversas fuentes, de su actividad en los últimos años, y las graves consecuencias que han tenido para mis clientes. Éste es el verdadero motivo de que me encuentre aquí". La directora coge el documento y comienza a leerlo; Aculeo se pone en pie con su copa de jerez en la mano y pasea por el porche, observando los podados rosales y los senderos terrosos que se bifurcan entre los setos del jardín. "¿No entiendo, a que viene...?" Se detiene, la pistola le apunta directamente a la cabeza. "Es muy simple -le responde Aculeo-, usted ha estado obteniendo y facilitando un beneficio ilegitimo durante años. Ha percibido grandes sumas de dinero, y producido un gran quebranto a muchas personas; no va a disfrutar de ello ni un minuto más. A mi también me pagan por impedir que siga haciendo lo que ha hecho". Un estampido seco alborota a los pájaros del jardín, que revolotean, indecisos, entre los árboles durante unos segundos.


Sympathy For The Devil