domingo, 3 de marzo de 2013

TODO POR LA PASTA

   Me vais a disculpar (y si no lo hacéis me importa un bledo), pero me parece una cosa muy ridícula y extemporánea que se reúnan unas cuantas decenas o docenas, el número de huevos es lo de menos, de cardenales para decidir cuál de ellos se vestirá de blanco hasta su muerte o renuncia. Luego están esos millones de católicos esperando la fumata blanca en sus casas, pegados a la tele o la radio; sin contar con los que se irán juntando en El Vaticano, auténticos hooligans del papado. Son los mismos que van a ver a los Rollings, los que no se pierden unas olimpiadas, una expo o un concierto de Madonna. Los mismos que bufan inquietos en sus sillas ante un partido del siglo. Los mismos, que ironía con sarcasmo, que se quedan en casa cuando hay que salir a la calle y protestar por lo que es justo; esa mayoría silenciosa que echa pestes viendo las noticias en la televisión y luego acude al bar a tomarse una caña y comentar el penalti injusto que le pitaron a su equipo, y sin poder echar un pitillo.
 Así que, ¿a quién le importan los incisivos nuevos de la Vicepresidenta del Gobierno?, con lo graciosa que estaba cuando los tenía desparejos. ¿A quién le importa que Rajoy no se capaz de dar una rueda de prensa...,¡con preguntas!? A nadie. La sala llena de periodistas y ninguno tiene los santos cojones de levantar el culo y marcharse. El tío se planta en el Congreso, suelta una perorata enardecida, una de las señales típicas de que se oculta o falsea algo, y los partidarios se rompen el pecho halagando lo que hasta ellos saben que es falso, ¿se dejan engañar por la voz y las palabras? Pues no te dejes, que ya eres mayorcito. 
   Y todo ésto, ¿por qué? Por la pasta hombre, por la pasta, ¿o acaso crees que pueden existir otros motivos? Si es así, las noticias indican todo lo contrario.