jueves, 23 de mayo de 2013

MIL O CIEN MIL

   Sobre las mesas y archivos de las dependencias judiciales de España hay unos mil casos de corrupción abiertos, todos ellos relacionados con la actividad política de los representantes elegidos en las urnas por el pueblo; desde alcaldes de pequeñas poblaciones, hasta ministros, miembros de la Casa Real, partidos políticos, banqueros, empresarios, sindicalistas, periodistas..., se puede decir que la corrupción abarca todo el espectro demográfico del país, aunque la mayoría de sus habitantes no están implicados y mucho menos imputados, y hago esta apostilla pensando que en España hay cuarenta y siete millones de habitantes, y aunque los mil casos de corrupción impliquen cada uno de ellos a cien personas, tan solo supondría que hay cien mil corruptos, el 0'212 % de la población total. Como se puede observar y si he realizado bien los hipotéticos cálculos, hay una minoría de ciudadanos implicados en la corrupción; el problema es que esa minoría representa a una élite que ha dirigido y dirige la política y la economía. Así que cuando veo, leo u oigo a personajes públicos de la más alta relevancia defender sus actos pasados o presentes con palabras que desprenden un sospechoso tufo a patriotismo y responsabilidad, lo que entiendo en realidad es que hay ocultación (una forma de mentira muy conveniente), negligencia y una enorme irresponsabilidad en las acciones y decisiones tomadas. 
   También me pregunto qué porcentaje de los cuarenta y seis millones novecientas mil personas restantes que no están implicadas ni imputadas en los casos de corrupción, simpatizan de algún modo y en que grado con los que si lo están y, qué papel juegan en esas corrientes de opinión algunos medios de manipulación, conocidos popularmente como medios de comunicación. Incluso me atrevo a preguntar si esa forma de practicar la opinión sin informar no será otra forma de corrupción; o si son los propios corruptos los que la fomentan, y claro, para eso se necesita dinero, ¿no?